Una chica estaba sacando su coche, marca atrás, del aparcamiento con tan mala suerte que se acercaba otro coche en busca de aparcamiento.
Ella no se da cuenta y lo golpea, no una, si no varias veces y la culpa es del blanquito.
Hay que ser gilipollas para meterse detrás de un coche cuyo conductor no tiene intención de parar.